jueves, 13 de diciembre de 2012

ACOSADA EN EL INSTITUTO


Eso, exactamente, le sucedió el año pasado a Marta (nombre ficticio). Tenía 13 años y, cuenta su madre, "siempre sacaba muy buenas notas y le gustaba mucho el colegio". Todo empezó con una niña que la insultaba: "La llamaba hija de puta, marginada..." relata todavía angustiada su progenitora. Pero, de pronto, el asunto escaló: "Yo notaba que me excluía la gente y al ir por los pasillos me insultaba, gente mayor y más pequeña que yo no conocía de nada", dice la cría, con voz tenue al otro lado del hilo telefónico. Por fin descubrieron lo que pasaba. Alguien había subido una foto suya a una popular red social a la que se accede por invitación y Marta se había convertido en objeto de chanza general. A ello se sumaron empujones por las escaleras y un acorralamiento en el patio. Hasta que la niña se partió en mil pedazos.

"Yo notaba que me excluía la gente y al ir por los pasillos me insultaba, gente mayor y más pequeña que yo no conocía."
Marta, 14 años, víctima de acoso escolar
Se le empezó a caer el pelo, y el tratamiento psicológico se convirtió en psiquiátrico. Llegaron las autolesiones, las voces que le hablaban sólo a ella y un terror desmesurado. "Me dan miedo los niños", confiesa esta alumna ejemplar enamorada de los animales. 
Ha pasado un año y, aunque la han cambiado de centro, acudir al instituto le desata ataques de pánico. Estrés postraumático
"El fenómeno conflictivo que más crece en Internet es el ciberbullying", explica Guillermo Cánovas, director del Centro de Seguridad en Internet para España del programa de la Comisión Europea y presidente de la organización de protección del menor Protégeles.
"El acoso psicológico ha existido siempre pero el ciberbullying es mucho más dramático", advierte Cánovas, que enumera características clave que lo hacen "mucho más dañino y especialmente doloroso". Por un lado, la publicidad: "Es una situación que no se da sólo en el patio del colegio o a la salida de clase, se da en Internet y es público. Lo pueden ver tus amigos, tus padres, tus profesores, mucha otra gente, y es una humillación pública". No sólo eso, además permite la participación de terceros, que añaden comentarios, burlas, refuerzan lo que otros están diciendo, "de forma que el menor resulta acosado por personas que no conoce ni le conocen".
"La violencia psicológica, como la física, produce nuevos adeptos. La gente se agrega porque ser miembro de la masa linchadora es una forma de integrarse socialmente"
Parte del problema deriva la gran exposición de los niños y adolescentes al móvil e Internet. Gran parte de sus relaciones sociales se desarrollan ahora en este universo virtual y paralelo, ventana constante de exhibición. Y conviene saber dónde poner los límites para evitar males posteriores
Se dan muchos casos de chantaje en los que una adolescente ha enviado a algún 'ligue' fotos subidas de tono y, al romper con él, éste la amenaza con hacerlas públicas. O los riesgos de la cada vez más común práctica entre los jóvenes de hacerse fotos con ropa provocativa en los probadores de centros comerciales para colgarlas en la web, que en ocasiones van in crescendo y puede dar lugar a imágenes que muestren más de lo que el afectado hubiera a posteriori deseado.
Los episodios de ciberacoso, además, pueden prolongarse en el tiempo, porque depende de dónde estén colgados los contenidos puede ser difícil retirarlos y puede que la situación de acoso "haya terminado en el colegio pero toda la información y burlas siga en Internet, aun habiéndose resuelto el conflicto".
La única 'ventaja' del ciberacoso es que deja rastro. "En el ciberbullying es preciso recopilar siempre esa evidencia electrónica. Haz un pantallazo, imprímelo, contacta con la red social para que guarden esa información", explica Ana Fernández, coordinadora del departamento jurídico del Centro de Internet segura Protégeles. A menudo cuando el acosador sabe que está siendo monitorizado cesa su agresión, por lo que su equipo trabaja con una empresa especializada que registra los contenidos ofensivos, lo comunica automáticamente a la Policía y certifica que no han sido manipulados por el usuario para que sirvan como prueba legal si éste decide interponer algún tipo de denuncia.

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